sábado, 4 de febrero de 2012

lo cambio todo por tus manos, quitándome la ropa, viento en popa.

Pero perdimos el control aquella tarde. Lo que eran dos amigos una tarde sin más, empezaron a llevarlo al límite. Y pasó, sentí su piel junto a la mía, nuestras manos fueron testigos de todo, sus suspiros y su ropa deslizante por el resto de la cama. Todo estaba por los suelos y nosotros abrazados en esa cama. Sobraba la ropa. Sabía que solo contigo podía estar. Eso era lo que sentía, que quería más, más, quería llegar a hacer todo lo que se pudiese y pasar a ser tuya por completo, por mucho error que fuese, sabía que me acabaría arrepintiendo de todo, pero por ahora no me arrepiento de que hubieras sido tu. Un tanto irónico que fuera yo aquella. No me basto nada más que unos cuantos besos por mi cuerpo para perder el control, para darme igual el resto de cosas y solo importarme todo lo que estaba viviendo junto a ti, porque estábamos unidos, ya no eramos dos simples amigos que se querían, éramos dos cuerpos que formaban uno. Y desde aquel 13 de enero, me di cuenta de que con el iría hasta el fin del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario